El ingeniero Pino desarrolló hace 40 años un método de pilotines que lleva su apellido y también salvó a un árbol emblemático
A sus 73 años, el ingeniero Aníbal Pino sostiene con vehemencia que no tiene previsto
retirarse de la profesión: “A mí no me las cuentan a las obras; soy de estar, arremangarme, tirarme al piso. De retirarme, ni hablar. Cuando me recibí, fui al Consejo de Ingenieros a preguntar si ellos me podían jubilar, y me dijeron ‘mientras usted tenga bien su mente, sigue siendo ingeniero y no lo jubila nadie’”.
Egresado de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) hace más de 40 años con el
título de Ingeniero en Construcciones, desde hace 10 años participa de la Comisión
Directiva del Colegio Provincial.
Respecto a su carrera, describe: “Desde que me recibí, domino especialmente el tema
instalaciones. En otra área, desarrollé un sistema para submurar casas basado en
pilotines que aplico cuando los cimientos están mal y la casa se quiebra; he obtenido muy
buenos resultados en ese campo”.
En ese sentido, Pino relata que ha reparado decenas de casas contratado por Aguas
Cordobesas, para remediar los efectos producidos en las construcciones por la rotura de
caños de distribución.
“Hoy, ese método se llama Pilotines Pino. Lo desarrollé hace casi 40 años, cuando me
llamaron de lo que era Obras Sanitarias, por una casa que habían submurado pero se
había vuelto a quebrar. Estudié el caso, apliqué esos pilotines y nunca más se hundió. El
dueño de esa casa, un irlandés, volvió a su país en la crisis del 2001; en la casa quedaron
sus hijos. Desde allá me contrató de nuevo, porque se le había dañado el sector de la
casa donde no habíamos intervenido. Actualmente, estoy submurando una iglesia que se
ha rajado casi en su totalidad”, relata.
A la hora de recordar, se detiene en un trabajo que describe con especial orgullo: “En la
sede del SEP de calle Corro hay un algarrobo que hace tiempo estaba a punto de caerse.
Después de intentar estabilizarlo de varias formas fallidas, llegaron a mí; logré sostenerlo
y aún está en pie. Se trata de un árbol histórico, declarado patrimonio de todos los
cordobeses, porque bajo su sombra se reunían las cúpulas sindicales en la época de
Agustín Tosco y Atilio López. El Sindicato lo quería conservar, al punto de que para
hacerlo perdieron muchos metros cuadrados del edificio. Hicimos un estudio profundo de
las raíces y después una submuración, que implicó un trabajo de ingeniería muy lindo”.